Poco antes de
finalizar el 2012, nos encontramos con la grata sorpresa de ver en cartelera la
cuidada adaptación de la novela de Víctor Hugo, Los Miserables. De camino entre su ya más que famosa muestra
teatral y el libro de más de 500 páginas.
No se puede
decir que este fuera el pistoletazo de salida, siempre ha habido adaptaciones cinematográficas
de libros clásicos. Sin embargo, sí que ha sido un buen aperitivo (casi una
comida completa) para un 2013 que parece venir cargado de grandes adaptaciones
que, como en la dickensiana Canción de Navidad, vagan fantasmagóricamente por nuestras pupilas
recordándonos a los lectores y fans del séptimo arte que debemos volver a las
raíces literarias, al fondo de la librería, y rescatar aquellos lomos de cuero
polvorientos y cargados de divina literatura.
No se olvidan
aún, los de Hollywood, de coquetear con los bestsellers
juveniles, que tanto recaudan en taquilla pese a la más que elevada tasa de
lectores decepcionados con la versión fílmica. Sin embargo, lo que nos atañe,
lo que me sorprende es ese boom de adaptaciones de clásicos que ahora en 2013
vienen más que mimados. Al carro se suben títulos memorables como Ana Karenina de Tolstói, Grandes Esperanzas de Dickens y El Gran Gatsby de Fitzgerald, entre
muchos otros, algunos de los cuales han sido cortejados por la BBC a modo de
series, como ya nos tiene acostumbrados, y que no les resta a tales obras su
belleza, al contrario, al poderse dividir en capítulos, algo más cercano al
modo del libro (o de las publicaciones semanales o mensuales, como muchas de
estas obras se dieron a conocer), la novela parece leerse con cada episodio,
incluso se podría llevar a la par libro y serie.
Lo cierto es
que, en medio de una crisis mundial apabullante, de un nerviosismo colectivo
surrealista y el continuo avance de las tecnologías, para bien y para mal. El
mundo cinematográfico nos regala pedazos de la historia y la cultura que nos
han dejado los grandes, los clásicos, nos envuelve estas piezas literarias con
delicadeza, con mayor o menor acierto, y nos las entrega a lo grande, a veces
con un 3D innecesario, a los amantes de la lectura, aficionados al cine, y a
todo aquel que quiera olvidar durante unas tres horas lo que se cuece en la
realidad y prefiera viajar al mundo que una vez supieron dibujar con tinta
eterna los grandes escritores de otros tiempos.