El Vagón
de las Artes llegó a su primera estación con una idea muy clara: Quería mostrar
al mundo entero la genialidad de sus pasajeros. Artistas noveles y poco conocidos
irían pasando por El Vagón dejando en sus asientos una marca imborrable de su
estancia, su obra.
Muchos de
los atrevidos primeros pasajeros han repetido la aventura y muchos otros nuevos
artistas se han ido sumando, dando lugar a siete maravillosos viajes, cargados
de arte, de color, de letras y de todos los elementos que hoy decoran este
Vagón.
Desde la
Sala de Máquinas el principio fue costoso, necesitábamos carbón, requeríamos
conocimientos de conducción ferroviaria y era vital dar a conocer el trayecto
que recorrería nuestro Vagón. Las preocupaciones iniciales se fueron esfumando
gracias al apoyo incondicional de los pasajeros, pero la recompensa no sólo ha
sido para nosotros. Hemos visto cómo a lo largo de nuestra travesía muchos de
los artistas que nos han acompañado, ahora se hacen sitio en el complicado
mundo del reconocimiento: Exposiciones, entrevistas, presentaciones, artículos
y publicaciones son ejemplo de lo que pasajeros como Josué Borges o Emily
Bermúdez, entre otros, han conseguido con tesón, esfuerzo y mucho arte.
En El
Vagón de las Artes sabemos de primera mano que todos nuestros pasajeros trabajan
apasionadamente, que crean con ingenio, que dan el máximo de sí mismos y, sobre
todo, que disfrutan haciéndolo. Sabemos que el arte está en cada uno de ellos y
que nadie mejor que ellos mostrará de lo que han sido capaces, por eso les hemos
abierto las puertas de nuestro Vagón, para que tengan un espacio donde exponer
sus obras y viajar con ellas.
Muchas
felicidades a todos los pasajeros que se encuentran por fin inmersos en el gran
viaje de sus vidas, a todos los artistas que poco a poco están logrando sus
metas, a todos los colaboradores que empiezan a alzar el vuelo. Continúen fascinando
al mundo con sus obras y nunca paren el motor ¡Felicidades!